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La relación con la capacidad de aceptar el cambio con el desarrollo de la primera infancia

¿Por qué es difícil el cambio?


Cuando hablamos de cambio, suele significar salir de nuestra zona de confort. A menudo, el miedo o la inseguridad nos impiden cambiar las cosas. Preferimos quedarnos en nuestra llamada zona de confort. Al fin y al cabo, hemos creado esta zona de confort durante muchos años con recursos que conocemos y de los que somos conscientes y nos sentimos cómodos manejando. Es la zona en la que nos sentimos seguros porque sabemos lo que hacemos y qué resultados obtenemos mediante la repetición reiterada de actividades o comportamientos. Hemos adquirido formas de actuar que ofrecen un resultado predecible y, por tanto, nos dan seguridad.



Schlüssel, frühkindliche Entwicklung

Cambio vs. Seguridad


Salir de nuestra zona de confort suele significar que no sabemos si podremos alcanzar la nueva meta o nuestro objetivo deseado con la ayuda de nuestros recursos actuales. A veces también pensamos que no tenemos recursos en absoluto para abordar nuestro problema u objetivo. O no sabemos qué resultados darán nuestras acciones y esfuerzos ("¿Quién seré yo cuando ocurra ésto o aquello?").

Detrás de todos nuestros miedos y ansiedades hay una necesidad humana básica: ¡la necesidad de seguridad! Es un imperativo biológico.

Uno de nuestros miedos más profundos es el miedo a lo desconocido, como el miedo a morir. Nuestro ego no sabe lo que va a pasar, y eso le asusta. Así que hacemos casi todas las cosas en la vida en última instancia puramente por miedo (inconscientemente) y con el objetivo de crear seguridad.


Cuando nos sentimos seguros, todo resulta más fácil


Ya de niños ganamos confianza con la práctica. Repetimos ciertos movimientos o actividades hasta que se convierten en algo natural. Así aprendemos a sentarnos, gatear, levantarnos, andar, hablar, etc. La práctica hace al maestro. Porque crea seguridad. De niños estamos mucho más abiertos a esto, nos atrevemos a caernos y a levantarnos una y otra vez. Hasta que podemos andar o montar en bicicleta con seguridad. De adultos, a menudo hemos olvidado cómo hacerlo.

Nuestra autoconfianza -es decir, la conciencia que tenemos de nosotros mismos- tiene mucho que ver con que dominemos las cosas o no. Si somos conscientes de nosotros mismos, sabemos cómo nos sentimos cuando hacemos algo. Adquirimos este conocimiento haciendo experiencias, experimentando.

En este proceso de aprendizaje de "sentirse seguro en el cuerpo", la integración de los reflejos primitivos desempeña un papel esencial (publicaré otra serie de blogs detallados sobre esto para explicar la conexión entre la seguridad corporal y la seguridad psicológica).


Miedo a lo desconocido (conexión con los reflejos primitivos en el desarrollo de la primera infancia)


Nuestra capacidad para afrontar los miedos se desarrolla en la primera infancia, cuando se aprende la percepción sensorial en relación con el movimiento corporal (por ejemplo, el gateo). Es precisamente en esta fase del desarrollo cuando surgen los primeros déficits que pueden causar miedos. Esto significa: no, como se afirma en los numerosos mensajes de las redes sociales, que todo tiene que ver sólo con los antecedentes familiares y el desarrollo psicológico, sino también (y en mucha mayor medida de lo que podemos imaginar) con el desarrollo de nuestras capacidades físicas.

En los primeros años de vida se integran los llamados reflejos primitivos que tenemos desde el nacimiento. La integración completa de estos reflejos es crucial, porque es precisamente en esta fase cuando los primeros déficits pueden causar miedos posteriores.

Además de la mala integración de los reflejos primitivos o desarrollo físico, también está el desarrollo psicológico o conductual. Ambos están estrechamente "entrelazados". Cuando a esta edad aprendemos que nuestro entorno no nos da lo que necesitamos (y nadie podrá dárnoslo al 100%) nuestro cuerpo pasa a "modo supervivencia". Aprendemos a compensar. Es posible que empecemos a andar antes incluso de haber aprendido y practicado el gateo. Cuando nuestro cuerpo se da cuenta de que no está recibiendo lo que necesita, nuestra psique también se pone en marcha: entonces tenemos miedo de no obtener lo suficiente y empezamos a tomar las cosas en nuestras manos, como p.e. saltarnos la etapa de desarrollo del gateo y madurar así ciertas habilidades demasiado rápido.

Sin embargo, la etapa de gateo es increíblemente importante para la formación de los músculos, la correcta alineación de la columna vertebral y para desarrollar la coordinación bilateral, etc. La consecuencia de saltarse esta fase a nivel corporal: tenemos dificultades de coordinación, debilidades posturales o similares (por ejemplo, escoliosis).

Por ejemplo, es posible que cada vez que inclinamos la cabeza hacia atrás, nos sintamos inseguros e incómodos. Esto se debe al reflejo de Moro mal integrado. Nuestra propia postura no nos da suficiente seguridad.

Mucha gente lo sabe: cuando conducimos un coche, giramos la cabeza hacia un lado para hablar con el pasajero y entonces tendemos a dirigir el coche exactamente en esa dirección. En este caso, no somos capaces de dirigir el coche en línea recta. Esto puede deberse a un reflejo tónico asimétrico del cuello (RTAC) mal integrado.


Digresión: nuestros miedos más profundos


En diferentes etapas del desarrollo, surgen nuestros miedos más profundos, que también impulsan nuestro comportamiento. Estos son: el miedo a vivir, el miedo al rechazo, el miedo al abandono, el miedo a no tener lo suficiente y el miedo a no ser suficiente. Estos distintos miedos determinan parte de nuestro comportamiento. Por ejemplo, si siempre ponemos las necesidades de los demás por encima de las nuestras y hacemos todo por los demás sin ocuparnos de nosotros mismos, suele haber un miedo o una inseguridad muy arraigados en nosotros a no tener lo suficiente para nosotros mismos. O si sentimos una necesidad constante de "más" y estamos constantemente impulsados a hacer algo nuevo o más, nuestro sistema de creencias suele ser "no soy suficiente".


Procesos inconscientes y físicos durante el cambio


En las fases de cambio intervienen muchos factores. Desde el punto de vista neurobiológico, por ejemplo, se trata de construir y enlazar nuevas vías neuronales. Esto se consigue mediante cambios en el comportamiento y también con la ayuda del movimiento. Dado que la imitación de los movimientos de la primera infancia es un proceso subcortical, el movimiento no tiene por qué producirse corticalmente (es decir, secuencia de movimientos), sino de forma subcortical o ¡a través del juego! De este modo, podemos crear nuevos senderos neuronales que, con la ayuda de la repetición y la práctica, se convierten en autopistas y, finalmente, en autovías, de modo que lo que inicialmente era nuevo vuelve a ser una acción totalmente automática.


Por último


La decisión de hacer algo diferente y emprender algo nuevo suele ser un proceso consciente. Pero también existen los cambios inconscientes. Por ejemplo, cuando un sentimiento es simplemente tan fuerte que la mente consciente no toma una decisión porque nuestra mente inconsciente ha estado involucrada durante mucho tiempo. Todos lo sabemos cuando nos enamoramos.

Por supuesto, muchos cambios son inicialmente procesos cognitivos de toma de decisiones. Pero podemos superar nuestros miedos con la ayuda de nuestro cuerpo en forma de ejercicios de embodiment y lograr una sensación de seguridad incluso en tiempos inciertos (por ejemplo, con el SSP).


Y aquí va un llamamiento a los padres: La mejor manera de preparar a sus hijos para los retos del futuro es el ejercicio. ¡Así que salid al bosque, al parque infantil, etc.!



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